El Estatismo y el Antiestatismo son doctrinas igualmente deficientes
- Secretaría de Doctrina JNP

- 3 dic
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«El estatismo y el antiestatismo son doctrinas igualmente deficientes y entre las cuales abre una brecha de salvación el principio de la función subsidiaria del Estado. Es, por tanto, un error el estimar que este principio constituye un residuo o una infiltración de la doctrina del liberalismo clásico en el seno de una ideología que intenta superarlo. Mantener el principio de la función subsidiaria del Estado no es aminorar ni reducir la verdadera actividad del gobernante. No se trata, en efecto, como algunos parecen entender, de que el Estado actúe lo menos que sea posible, como si su papel fuera el de un instrumento poco grato que a veces no hay más remedio que emplear. El antiestatismo –incluso ese antiestatismo moderado de los que admiten, aunque sea de mala gana, la necesidad de una cierta administración “oficial” de los asuntos públicos– es una forma de romanticismo, ciega para las efectivas conveniencias de la vida social. Pero la afirmación de que el gobernante debe liberarse, siempre que sea posible, de los cuidados propios de las personas y de las agrupaciones menores, no es antiestatismo, sino la mejor forma de entender y de favorecer la función del Estado: “Un hecho en apariencia contradictorio –anota con agudeza André Piettre– señala con su estigma a todas las decadencias: cuanto más se extiende el Estado, más se vacía de su sustancia. A medida que multiplica sus intervenciones, tiende a no ser más que una administración infinita, una burocracia titubeante, un gran cuerpo sin alma. El Estatismo, valga la expresión, tiende a comerse al Estado”» (Millán Puelles, 1973, 160-161).
En: Persona Humana y Justicia Social. Filosofía social y Economía política católica.

Atte. Secretaría de Doctrina y Programa Político




