Ideología de la Revolución Peruana: síntesis de nacionalismo y humanismo
- Secretaría de Doctrina JNP
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Actualizado: hace 2 días

«…la Revolución Peruana lleva el doble signo: nacionalista y humanista. Pero no se trata de un nacionalismo teórico, abstracto, chauvinista, sino de un nacionalismo realista, que tiene que verse como balance entre lo que conviene al país y exaltar lo verdaderamente propio y nuestro. No un nacionalismo que sea etiqueta importada de consigna impuesta por ideologías extrañas para desorganizar al país, o restar impulso a las reformas en ejecución, con fines protervos, sino un nacionalismo que revele nuestros valores propios, y que poniendo al país a salvo de un aislamiento suicida e infecundo, sepa aprovechar la colaboración que puedan brindarnos todos los ciudadanos y pueblos del mundo. Un nacionalismo, en fin, que no se forje con mentalidad de autosuficiencia, porque no hay pueblo en el mundo que pueda serlo.
En cuanto al humanismo: la Revolución se ha decidido por un humanismo que considere al hombre como eje del sistema social. Un humanismo que tenga la idea de justicia, como valor concreto de la vida en sociedad. Un humanismo cuya problemática del hombre en sí conlleve la problemática fundamental de la justicia y la libertad como valores indispensables y recíprocos. Es este el humanismo verdadero de la Revolución Peruana» (1974: 154).
Nota JNP: Sabido es por todos, que el desmesurado estatismo de la Revolución Peruana dio inicio al deterioro de la propuesta desarrollista, cuyo legado continuaron los siguientes gobiernos hasta la debacle aprista del Primer Alanismo, en el exceso de gasto público y el proceso inflacionario y el consecuente deterioro de la calidad de vida. Sin embargo, del extremo del intervencionismo, pasamos al extremo de la autorregulación del mercado en la propuesta neoliberal, la cual sigue vigente hasta nuestros días, y que, a pesar de los avances en el crecimiento económico, tiene una deuda ascendente con el desarrollo social por el fracaso del efecto derrame del bienestar que supuestamente se derivaría de ese crecimiento y que se puede constatar fácilmente en las dificultades en el acceso a servicios de calidad en salud, educación y justicia, como en las brechas aún subsistentes en la infraestructura social vinculada.
Como lección de nuestra historia económica, está en que la visión integral del desarrollo no se encuentra en los extremos, sino en una visión equilibrada, que complemente regulación, planificación estratégica y mecanismos de compensación social del Estado junto con el ejercicio pleno de las libertades de trabajo, empresa, comercio e industria y la promoción de la iniciativa privada. Esa fue y sigue siendo la receta de las potencias emergentes más exitosas en la arena económica internacional. Sin perjuicio de todo lo expuesto, en sus valores y principios filosóficos la Revolución Peruana tiene su eco hasta nuestros días en los objetivos que esta no pudo lograr, y que ahora pueden hacerse efectivos desde una fortalecida economía peruana. Descartando sus errores, del espíritu sinceramente nacionalista de la Revolución Peruana, lo que puede rescatarse es su anhelo de soberanía política, independencia económica y de justicia social, que aquí reproducimos.

Atte. Secretaría de Doctrina y Programa Político
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