57 Aniversario de la Revolución Militar del 3 de Octubre
- Secretaría de Doctrina JNP
- hace 4 días
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Sabido es por todos, que el desmesurado estatismo de la Revolución Peruana dio inicio al deterioro de la propuesta desarrollista, cuyo legado continuaron los siguientes gobiernos hasta la debacle aprista del Primer Alanismo, en el exceso de gasto público y el proceso inflacionario y el consecuente deterioro de la calidad de vida. Sin embargo, del extremo del intervencionismo, pasamos al extremo de la autorregulación del mercado en la propuesta neoliberal, la cual sigue vigente hasta nuestros días, y que, a pesar de los avances en el crecimiento económico, tiene una deuda ascendente con el desarrollo social por el fracaso del efecto derrame del bienestar que supuestamente se derivaría de ese crecimiento y que se puede constatar fácilmente en las dificultades en el acceso a servicios de calidad en salud, educación y justicia, como en las brechas aún subsistentes en la infraestructura social vinculada.
Como lección de nuestra historia económica, está en que la visión integral del desarrollo no se encuentra en los extremos, sino en una visión equilibrada, que complemente regulación, planificación estratégica y mecanismos de compensación social del Estado junto con el ejercicio pleno de las libertades de trabajo, empresa, comercio e industria y la promoción de la iniciativa privada. Esa fue y sigue siendo la receta de las potencias emergentes más exitosas en la arena económica internacional. Sin perjuicio de todo lo expuesto, en sus valores y principios filosóficos la Revolución Peruana tiene su eco hasta nuestros días en los objetivos que esta no pudo lograr [sino en forma limitada], y que ahora pueden hacerse efectivos en su totalidad, desde una fortalecida economía peruana. Descartando sus errores, del espíritu sinceramente nacionalista de la Revolución Peruana, lo que puede rescatarse es su anhelo de soberanía política, independencia económica y de justicia social, que aquí reproducimos:
«[i] Transformar la estructura del Estado, haciéndola más dinámica y eficiente para una mejor acción de gobierno;
[ii] Promover a superiores niveles de vida compatibles con la dignidad de la persona humana, a los sectores menos favorecidos de la población;
[iii] Imprimir a los actos de gobierno un sentido nacionalista e independiente sustentando en la firme defensa de la soberanía y dignidad nacionales;
[iv] Moralizar al país en todos los campos de la actividad nacional y restablecer plenamente el principio de autoridad, el respeto a la ley y el imperio de la justicia; y
[v] Promover la unión, concordia e integración de los peruanos, fortaleciendo la conciencia nacional» (Mensaje a la Nación, 28.07.1969).

Atte. Secretaría de Doctrina y Programa Político
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